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HACIA LA INTEGRIDAD

06 Apr 14 - 22:35

HACIA LA INTEGRIDAD
Autor: Fernando Rivera Melo
Maestro en Desarrollo Humano, Coach y Entrenador de vida
Artículo escrito para la Revista "PROMETEO", editada por ADEHUM, México, D.F. 2014


          No hay trabajo más difícil, bajo el cielo de nuestra propia cosmovisión, que el de educarnos en la propia preparación sobre nuestros asuntos. El hombre en general ha querido dominar esta materia a su antojo, y poco  le da importancia al lo verdaderamente importante sobre la preparación que ocupa hacer consigo mismo, para atender los asuntos de su vida. El hombre ha penetrado en casi todas las profundidades submarinas y descendido miles de leguas para encontrar satisfacer su sed de conocimientos; ha volado por el espacio con más rapidez que la del sonido, y ha situado en el espacio orbital y físico, todo tipo de satélites que muestran su grandeza, intentando revelar los secretos del cosmos. Nunca antes como ahora ha llegado la humanidad tan cerca de ver cristalizados todos sus anhelos sobre el espacio exterior, y en general con todas sus aspiraciones de grandeza. El avance científico y tecnológico sigue abriéndonos las puertas que conducen a los misterios del macro y micro universos. Todos estos progresos que el hombre ha realizado, que ha podido o pretendido dominar como a un león feroz (dormido), han ocupado de él, mucha de su energía; sin embargo,  no le han sido suficientes o satisfactorios cuando tiene que voltear a verse a sí mismo, cuando de hablar con el propio espejo se trata. Las relaciones humanas y su propia persona ocupan un espacio aun muy desconocido y complejo, y esto es por demás latente no sólo cuando de él se trata, sino incluso cuando sus propios hijos lo miran a los ojos buscando mil respuestas.

          Hay interrogantes aun sin respuesta porque el ser humano es y no es al mismo tiempo. Piensa una cosa y hace otra cosa, siente una emoción y expresa una razón, razona un acontecimiento y al mismo tiempo, se pone a chillar lleno de angustia; en fin, el problema vital -humanístico- al que se han enfrentado todos los estudiosos del saber humano, busca interpretar y lidiar con el comportamiento, conducta y potencialidades del hombre, para entender sus estímulos, sentimientos, emociones, auto motivaciones, razones, aprendizajes y conocimientos, que se derivan en su diario vivir. La vida psíquica de pensamientos, impulsos, instintos, emociones y sentimientos descontrolados, que arrojan al hombre en su proceder hacia deseos confesables y a la vez  inconfesables, con todas sus preocupaciones y quebrantos nerviosos; así como todas sus prisas por llenar de vida su eterna subsistencia, en el marco de veinticuatro horas de vida diaria que tenemos, hacen que en ocasiones se le vea como aun más peligroso que la misma bomba atómica.

          El comportamiento humano dentro de ese marco de referencia se funda en una sinergia individual tremenda que ha de ligarse a la suma y resta de las conductas individuales de los miembros que integran sus grupos, sus comunidades y sus sociedades, así de sencillo y a la vez, así también de complicado.

          Este ir y venir en busca de respuestas que llenen esos huecos vacios con los que el hombre se pasea por doquier, de calle en calle, de casa en casa y de persona en persona, son los que pretenden hacerlo cada día más entero, cada día más integral.

          Todos estos deseos de llenarnos de alguna sustancia que nos haga más enteros, parten de sentimientos de “escases”, de sentirnos incompletos para afrontar “algo” a lo que tenemos que responder, y que cargamos a cuestas en el fondo de nuestro ser. El ser humano, ha levantado cada piedra que se le cruza o que ha cruzado él mismo en su camino, en ese afán de búsqueda, creyendo que allí debajo ha de encontrar tan anhelada parte. Todos -creo-, hemos hecho alguna vez algo similar; lo cierto es, que mientras hemos indagado en todo tipo de lugares, la mayoría de las veces , éstos, nos han puesto de frente ante la realidad insoslayable de que esas pequeñas cosas están y han estado dentro de nosotros siempre; al menos en potencia dentro de lo que llamamos nuestro fuero interno.

          Cuando pensamos en INTEGRIDAD, podemos rápidamente deducir que lo que se busca es hacerse cada vez más ENTERO, más COMPLETO; luego entonces, caemos en cuenta que al obtener cierto grado de conciencia sobre la integridad a ese respecto, la persona humana,  se da cuenta también casi de inmediato, que esta carente de infinidad de cosas para poder alcanzar dicho estado. Hemos estado acostumbrados a obtener ciertos aprendizajes sobre las cosas que nos rodean, y de nosotros mismos en formas convencionales; es decir, que forman parte de convencionalismos hechos por y para el hombre, en formas tradicionales, atendiendo a cosas como: costumbres, tradiciones, observaciones, determinaciones y todo tipo de pre establecimientos por el mismo hombre, a través de alguna escuela, de algún maestro, de nuestros padres o de alguna cultura o de nuestra sociedad, desplazando o alejándonos cada día más de nosotros mismos. Cosas como el aprendizaje vivo, el aprendizaje significativo que pudiera originar cambios interiores que se puedan ver reflejados en nuevas conductas y perspectivas, han quedado cada vez más y más lejos de nuestro alcance. Esta tarea aun sigue pendiente por realizar y ocupa gran contenido de todos los libros sobre el saber humano; sin embargo, al parecer, ya es tiempo de comenzar a cambiar esta manera de abordar el planteamiento mismo sobre lo que es y ha de ser, esa gran idea sobre la integridad en el ser humano.

 
               ”No podemos resolver los problemas utilizando el mismo tipo de  pensamiento que usamos cuando se crearon”
                                                                                                                                                                        Albert Einstein

          Atrevernos es la clave. Cuestionar nuestras creencias y darnos cuenta de que eso que llamamos “nuestras creencias”, en realidad no lo son; y si creemos que algo merece ser cambiado, probar otras alternativas. Lo peor que nos puede pasar es que aprendamos algo en el camino. Lo mejor que nos podría pasar es terminar siendo mejores personas. Personas más enteras.

          El concepto que tenemos sobre el ser humano, ha sido creado por la ciencia que nosotros mismos hemos creado, así es como la misma ciencia crea las historias que nos contamos y que rigen nuestras vidas. Nos hemos separado tanto de nosotros mismos, que la manera de volver a acercarnos a ese conocimiento, sin duda ha de ser plateada bajo nuevos principios, bajo nuevos paradigmas de pensamiento. La historia objetiva de la ciencia nos ha dicho en que creer y como debemos creerlo. No hace muchos años, la ciencia nos mostro que nuestro universo debía ser concebido como una especia de gran máquina con la precisión  de un majestuoso reloj, y que todo ese gran orden, correspondía a un sistema de relaciones que podía manifestarse, lo mismo para el macro que para el micro cosmos, y que era muy conveniente contemplar a nuestro universo desde este paradigma; sin embargo, algunos avances científicos más halagüeños, han venido evolucionando más allá de este pensamiento mecanicista del universo, para ser contemplado hoy por hoy, más que como una gran maquinaria de reloj, como un gran organismo, en donde todos estamos conectados a él, hasta el más pequeño elemento de nuestro ser.

          Constituida como la cuarta fuerza, La Psicología Transpersonal, encabezada por Abraham Maslow y Anthony Sutich son quienes sistematizan y establecen ciertas bases de inicio; sin embargo, sus planteamientos datan de principios del siglo pasado con Richard Bucke quien escribe en 1902 sobre la Conciencia Cósmica, que trasciende algunos principios de la psicología de su época, otro que también lo hace es William James, en su obra “Las Variedades de la Experiencia Religiosa”  en 1913, planteando estados de conciencia que van más allá de los que entonces la psicología consideraba como normal. Carl Jung al plantear su teoría sobre el inconsciente colectivo también trasciende su tiempo. Jung entra en contacto con las tradiciones espirituales de oriente y es el primer psicólogo que, preocupado por el fenómeno humano, incursiona en aspectos religiosos y espirituales del hombre. Los postulados de la ciencia nos han sugerido muchas cosas al mismo tiempo. Carl Sagan, un Astrólogo físico  de fama internacional nos dijo alguna vez que el hombre es “Polvo de estrellas”, al referirse al origen de la vida, y todos le creímos porque nos lo estaba diciendo un gran científico. Se nos afirmo que el hombre no era sino una fortuita agregación de materia originada por un universo mecánico, que no tenía herencia divina y que su futuro inmortal era un total y absoluto engaño; sin embargo, ya se hablaba antiguamente de que teníamos una herencia cósmica que fue reconocida entre las más dispersas y variadas culturas del mundo, como la de los Egipcios, los Fenicios, Incas, Mayas, etc. Los Toltecas afirmaban que: “somos hijos del sol y que nuestra naturaleza es brillar”, siglos después los hombres de ciencia, así como poetas y sabios han continuado afirmando esta tesis, “somos hijos de supernovas” (Owen Gingerich). Estos acontecimientos, hicieron ver al hombre como descendiente directo del mismo universo.

          Ahora comprendemos que no somos solamente un cuerpo, ni una estructura central, sino energía procedente más allá de los milenios, y así, como nuestro hogar es el universo, el universo está formado y habitado por nosotros, somos polvo de estrellas, somos energía infinita. De ahí  que hemos nacido para dar luz en el eterno continuo. Todo, absolutamente todo lo conocido por el hombre en el cosmos (incluyéndose a sí mismo) comparte una estructura, de acuerdo a los estudios de la física por la llamada “partícula de Higgs” o “partícula  de Dios”. “Todos somos -visto de esta manera- como un fractal de Dios” (Oscoy).

                                                                                                                                                            “Seres luminosos somos” 
                                                                                                                                             Yoda, en la guerra de las galaxias.

          Desde el punto de vista científico, ese pequeño elemento de nuestro ser, es conocido como: “partícula de Higgs”, y al respecto, valdría la pena mencionar una de las conclusiones del premio Nobel de Física Max Planck, autor de la teoría de los “quantos”, en una conferencia dada en Florencia cuándo expresó: “Como físico que soy, o sea como un hombre que ha servido toda su vida a la ciencia más sobria, quiero decir, a la investigación de la materia, ciertamente estoy libre de sospecha de ser iluso. Así lo digo después de mis investigaciones del átomo. ¡No existe materia en sí! Toda la materia se origina y se mantiene gracias a la fuerza que producen las vibraciones de las partículas elementales, la misma que las mantiene unidas hasta en los elementos más minúsculos del sistema del átomo. Ya que en todo el cosmos no hay tal fuerza inteligente ni eterna, debemos suponer que esta fuerza emana del espíritu consciente e inteligente. Este espíritu es el origen de toda la materia. Ya que no puede haber espíritu por sí solo, sino que el espíritu debe ser parte de un ser, nos vemos obligados a creer en la existencia de un tal ser espiritual. El átomo abre a la humanidad la puerta a un mundo perdido y olvidado del espíritu”.

          De aquí que con este pensamiento novedoso sobre el cosmos en general, se haya permeado la idea de ver al hombre mismo desde una perspectiva de tipo holística, y con ello, la gran necesidad de voltear a ver al tan necesario humanismo, como parte fundamental, en el gran macro cosmos del desarrollo humano en su conjunto, pues a la luz del desarrollo humano propiamente dicho, y desde la óptica del enfoque humanista-holístico, el hombre es visto siguiendo un proceso evolutivo orgánico que tiende naturalmente hacia la plena autorrealización de todas sus potencialidades, incluidas las trascendentales. El término holístico u holismo, que se deriva en holon (para este enfoque), no es sino para la ciencia, lo que en términos científicos se conoce como partícula de Higgs; de ahí que, a la persona humana, le sean reconocidas todas sus facultades y potencialidades, tanto las biológicas como las psíquicas, espirituales, éticas, culturales, sociales, energéticas (motivacionales) y más, pues el hombre, en su infinita potencia alberga aspectos que se siguen descubriendo e incluyendo a todo lo largo y ancho del estudio del fenómeno humano.

          Lo que esto sugiere es que el más pequeño elemento de nuestro ser, ese llamado núcleo del hombre (según este enfoque es también de naturaleza espiritual, entonces sus mismas necesidades en lo fundamental deben ser de esta misma naturaleza; y por ende, si para llegar a la vida plena o a ese estado de integridad, el hombre debe satisfacer todas y cada una de sus necesidades fundamentales de lo que se es, de lo que se tiene y de lo que puede llegar a ser si se desarrolla, no cabe duda de que ha de procurar no solo observar dicha naturaleza, sino fomentar y desarrollar su condición natural, que no es otra sino la de un ser (en lo fundamental) espiritual.

          La espiritualidad en el hombre, es el llamado que le hace el universo en su conjunto hacia lo más profundo de su ser, y al que su ser ha de responder, si es que éste es estimulado y desarrollado en su potencia de ser espiritual, pues de hecho, no es sino por medio del espíritu que esas diminutas partículas detectadas en el micro cosmos orgánico que adquieren vida, y no es sino por medio de estas mismas partículas que han de hacer funcionar a todo el macro universo en su conjunto, llamado: persona humana. La respuesta a la pregunta sobre ¿Cómo llegar a ser una persona íntegra? Se encuentra en absoluta reciprocidad y correspondencia en la misma medida en que la persona humana, consciente de estas potencias internas, cultive y desarrolle su espiritualidad.

          La pregunta que aparece como impostergable aquí es ¿desde qué perspectivas ha de hacerse?, ya que al ritmo que vamos, se presenta ante nosotros un futuro bastante predecible: el de que se lleguen a cumplir todas las profecías que se han hecho sobre el mismísimo caos o fin del mundo. ¡Necesitamos detenernos! Parar nuestro ritmo acelerado para voltear a ver los daños que -como humanidad-, no sólo hemos creado en nosotros mismos, sino a nuestro entorno circundante. El peor daño que ha causado el hombre no es hacia el planeta en sí (que bastante aporreado lo tenemos), sino hacia su propio ser. ¿Será en la misma medida en que la persona humana vuelva a reconstruir su mundo exterior, como lo sea ya el trabajo que haga con su propio mundo interior?

          Cuando observamos la condición real en la que nos encontramos a nivel mundial, y somos aguzados, rápidamente nos podemos dar cuenta que de seguir así, nuestro futuro resulta incierto y desconcertante. Caótico si se quiere hablar con propiedad, y podría ser factible que en un futuro -no muy lejano-, el hombre tenga que volver a enfrentarse con la misma condición que ya se creía superada en tiempos de la modernidad: con un problema serio de adaptación, pero esta vez de tipo masivo. El problema que se ve ya en el horizonte cercano, es el hecho de llegar a un colapso, como lo han referido autores futuristas allá desde hace más de siete décadas como: Alvin Toffler con sus libros (El “Shock” del Futuro, El Cambio del Poder o La Tercera ola), o Barbara Ward y René Dubos con (Una Sola Tierra), Rhea Powers con (Cambios en la Tierra) o el matrimonio Meadows con (Los Límites del Crecimiento), etc. Sería innumerable la cantidad de estudios al respecto de: ¿hacia dónde vamos, de seguir haciendo más de lo mismo? y es motivo de reflexión personal volver a revisar el tipo de cosas que estamos haciendo, y más importante aún -pienso-, el hecho de saber desde dónde las hacemos.

                                                                                    No sólo es urgente saber qué podemos crear nuestro entorno,
                                                                                   sino más importante aún es saber desde dónde se quiere hacer.

                                                                                                                                                     Fernando Rivera Melo

          Desde hace no muchos años, la principal preocupación del hombre en el ámbito científico, ha sido la dominación y entendimiento del universo, y eso, en alguna medida (pequeña) se ha logrado. El hombre ha salido de su órbita terrestre para explorar el infinito y más allá; todo hacia fuera de él y con la bandera de la ciencia como estandarte; y si bien es cierto también que se ha dado cuenta de que esta empresa humana sólo le ha servido para aplacar su sed de saber (poquita también), se ha visto en la necesidad de voltear a verse, con la intención de aprender a dominarse, a entenderse y armarse integralmente a sí mismo.

          Sucede que en la actualidad (y para quienes hemos llegado a esa conclusión), el hombre se siente como acorralado -metafóricamente hablando- a las orillas de un precipicio (sin fondo), sintiendo sobre sus espaldas el constante empuje de quienes están detrás… ellos, quienes no se han dado cuenta de tan importante “paso hacia la trascendencia humana”, siguen pujando y apostando por el mundo de las cosas; siguen “cosificando” al ser humano hasta reducirlo a un objeto intercambiable o desechable, y lo que es cierto es que el tiempo -rebasado en muchos sentidos- se nos está acabando.

      La cuestión planteada aquí, es que como seres  humanos debemos revisar nuevamente, no sólo nuestras características morales (desconocidas por completo para algunos), sino las propias características éticas personales, sobre la base de nuestra propia responsabilidad objetiva ante nosotros mismos y ante los demás con quienes compartimos la vida presente y también la vida futura por venir.
   
          Hemos pasado del mundo de las cosas al mundo de las ideas, al mundo en donde las posibilidades existen y son reales, dándonos cuenta de que también lo que pensamos afecta nuestro mundo…por eso es importante que cambiemos nuestra propia visión personal de nosotros mismos y la visión que tenemos del mundo… Hay que abrir nuestras mentes a nuevos paradigmas porque la conciencia es real y está conformada de un sin fín de potencialidades en la persona. Anteriormente, percibíamos nuestra vida y nuestro entorno por medio de los sentidos y vivíamos la vida pensando cosas como: Si es real, quiero verlo, si no lo puedo ver, es que no existe. Hoy sabemos con esta visión holística del hombre, que hay que incluir a los sentidos aspectos que también se perciben con el espíritu y que existen grandes interrelaciones entre ellos, que somos mucho más de lo que pensamos y que hay que aprender a percibir distinto, a pensar distinto y a ser distintos. En el mundo hay más cosas que las que percibimos, vemos, olemos, escuchamos, probamos y tocamos, pero debemos entenderlo, porque hemos sido preparados para atender a nuestros sentidos, y para filtrar con ellos, el mundo que nos acontece. La realidad se crea en nuestro cerebro todo el tiempo y no podemos seguir dándole sentido a esas pequeñas partes, sin considerar a todo nuestro organismo. Estamos llamados a algo más que solo al aquí y al ahora.

          El mundo de la física moderna, con esta nueva luz sobre todo el cosmos en general, y cuya visión se ha permeado naturalmente al fenómeno humano, ha venido a plantear la deconstrucción de los presupuestos filosóficos que teníamos del mundo, y por ende, del ser humano. Si el mundo ha venido funcionando en forma clásica y ha sido visto y entendido como una gran máquina, es natural que los acontecimientos que pasan en el mundo -y las mismas personas-, se comporten como tales maquinas con resultados también  predecibles, y merecemos entender que no hay tal mecánica sino un sistema que funciona como un gran organismo.

          Para que la persona humana pueda ser vislumbrada desarrollando sus grandes potencias como un ser tendiente a la plenitud, a ser un ser integral, es menester que nuestros paradigmas cambien para verlo como un ser lleno de potencialidades, que van marchando en el mismo camino y con rumbo a su integración, a esa gran unidad organísmica que es el universo. Pero hay quienes se siguen resistiendo a ello. La posibilidad al cambio de conciencia es lo que estamos viviendo en la actualidad, y quizás sea el primer paradigma que haya que cambiar, pues la era de la información y la era de ver al cosmos como un nuevo pensamiento sólo nos orillan a la interpretación, a la nueva interpretación sobre nuestra situación presente y futura, en donde ya no se trata de ver quien llega más lejos o más alto sino más consciente, más entero, más integro, no sólo de él mismo, sino también volteando a ver a sus semejantes. La posibilidad al cambio es lo que sigue, y en esto coinciden psicólogos, filósofos, físicos, premios Nobel, hombres de negocios, amas de casa y casi cualquier persona consciente de la situación actual, donde -y parafraseando a Carl Rogers-, ven al futuro con una apertura a la nueva experiencia y con una mirada de flexibilidad al cambio y no de cerrazón individualista.
 
Bibliografía consultada
  • González  Garza, Ana María (2004). El Enfoque centrado en la Persona –Aplicaciones a la educación. México: Ed. Trillas.
  • González Garza, Ana María. (2009). Educación Holística. La pedagogía del siglo XXI. Barcelona: Editorial Kairós.
  • Mosqueira R. Salvador. (2003). Cosmografía y Astrofísica. México: Ed. Patria.
  • Ouspensky, P. D. (2009). Psicología de la Posible Evolución del Hombre. México: 1ª Ed. Eneagrama.
  • Rivera Melo M., Vicente Fernando. (2013). Reorientando-Me. México: Ed. Coaching Conductual, S.C.
  • Rogers, Carl R. (1961). El Proceso de Convertirse en Persona. Buenos Aires: Ed. Paidós.
  • Rogers, Carl. (1966). Psicoterapia centrada en el cliente. Buenos Aires: Paidós. pág. 18.
  • Ruíz, M. S. (1999). Educación Integral ó Como Promover al Hombre a Ser Persona. México: Ed. Kyrios.
  • Sagan, Carl. (1980). Cosmos: Un viaje personal. Barcelona: Ed. Planeta.
  • Toffler, Alvin. (1972). El Shock del Futuro. Barcelona: Ed. Plaza & Janés, S. A.
  • Toffler, Alvin. (1981). La Tercera Ola. México: 1ª Ed. Edivisión.
  • Villanueva Reinbeck, Martín A. (1988) Más allá del principio de la autodestrucción. México. Ed. Manual Moderno.
 

Anonymous

Gabriel Ochoa

07 Apr 2014 - 03:34 pm

Me gustaría saber más sobre el tema , usted da algún curso o ponencia relacionada , con la mejora del espíritu , según entiendo , esto va más aya de lo que uno cree o puede percibir. Gracias

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